A través de estos, Treinta y cinco años, Los ahora panathletas, Nos subimos al tren.
Llamado Panathlon, Que circula sobre el riel, En la ruta del Deporte, Queretano y Mexicano.
Como pasajeros y luego, Como maquinistas un doce, De julio del ochenta y nueve, Lo recuerdo muy bien.
Desde entonces emprendimos, Este viaje sin retorno, Y hemos recorrido, Todo este largo territorio.
Entre rústicos y sofisticados, Los vagones de este tren, Están intercomunicados, Unos con otros.
Muchos paisajes, Aventuras, y experiencias, Muchos rostros, Se han atravesado.
Quisiera hablar, De todos aquellos Que han formado parte De este excelente club.
Brillantes panathletas, Convencidos de su Amor, Profundo y comprometido, Por el Deporte.
Dios los tenga cerca, Y los tenga como hijos, Predilectos y bendecidos, Todo nuestro cariño y afecto.
Los años no significan mucho, Lo realmente importante, Son los que están aquí, Los que forman este club.
Estos que trabajan, En bien del Deporte, Que le defienden y Le procuran bienestar.
Desde este tren, Por la ventana, Saco la cabeza y Miro al frente.
Allá a lo lejos miro, Todo lo que se puede hacer, Y aquí cerquita todo, Lo ya está hecho y ayuda.
Sigue mi asombro, Envuelto en celofanes, Con las palabras: Increíble, Asombroso y Maravilloso.
Porque el Deporte, Precisamente es eso, Ese esfuerzo continuo, Competitivamente coronado.
Hoy enfundado en las ideas, De Pierre de Coubertin y De José Mariá Cagigal, entiendo Mejor sus causas y sus razones.
También entiendo al Panathlon, Como esa vocación por servir, Al ser humano a través, Del Deporte y sus consecuencias.
Tengo un enorme gusto, Por estos primeros 35 años, Me siento orgulloso y agradecido,
Con mis mejores amigos y sus familias.
Alberto de Icaza de la Parra